jueves, 6 de enero de 2011

Sedación terminal.

En muchos casos de enfermos terminales, cuando llega el momento se plantea la posibilidad de administrar sedantes, más conocida como la sedación terminal. Esta sedación constituye la administración deliberada de fármacos para producir una disminución suficientemente profunda y previsiblemente irreversible de la conciencia en un paciente cuya muerte se prevé próxima, con la intención de aliviar un sufrimiento físico y/o psicológico inalcanzable con otras medidas y con el consentimiento explícito, implícito o delegado del paciente.
Este consentimiento quita al moribundo su derecho de afrontar el acto final de su vida, su propia muerte. En ese momento el médico y la familia suplantan al enfermo y lo despojan del conocimiento de esta decisión.
La sedación se compone de varios fármacos: tranquilizantes, benzodiacepinas  y analgésicos mórficos. La clave de su utilización está en las combinaciones contraindicadas y en las cantidades administradas.


En cuanto a los fármacos más habituales:

  1. Morfina, cloruro mórfico: se suele utilizar por vía intravenosa (IV), bien en un gotero, o bien en su bote independiente del gotero. También se administra directamente en la palomilla.

  1. Midazolam (dormicum): también IV.

  1. Haloperidol, buscapina, amitriptilina, imipramina, carbamazepina, clonacepam, fenitoína, valproico ácido, mexiletina, dexametasona, metilprednisolona, prednisona, prazosina, capsaicina, calcitonina, clonidina, dextrometorfano, ketamina, ácido etidrónico, calcitonina, clodrónico ácido, estroncio-89, clorpromazina, levomepromazina, escopolamina, octreótido.

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